viernes, 15 de junio de 2007

El dia D, la hora O

La cosa está al rojo vivo señores. El próximo domingo se decide quién gana la liga. El Barça se cabrea porque ya no depende de él mismo. El Sevilla no tiene casi ninguna posibilidad por mucho que le rece a la Virgen. Y el Madrid está acojonado porque si encima pierde, se va a tener que comer con patatas la vuelta que Calderon dio al estadio de la Romadera sin tener nada todavía en los bolsillos. Eso sí, si gana, pobre Cibeles. Y pobres los vecinos que vivan por la zona.

Resumiendo, que lo que ocurra el 17 será algo parecido a una merienda entre Aretha Franklin y James Brown. Yo, desde luego, no me lo pierdo.

...Y el que no tenga por quien pitar que se vaya a la cama sin cenar.

miércoles, 6 de junio de 2007

No hubo final feliz

Se acabó. Finish. Finitto (y no de Córdoba). Y es que no era ninguna novedad. Ya lo decía P. Sebastián, que estamos ante (o bajo) el presidente del Gobierno español más incapaz e incompetente de nuestra Historia. Pero mira, huevos no le faltan. Sin el respaldo de la oposición ni de las víctimas del terrorismo, se lanzó a cholón a negociar.

Después de guardar las bambalinas de las pasadas elecciones ¿con qué nos encontramos? Con una bajada de pantoles impresionante. Le (nos) han chuleado como han querido, por no hablar de la cara de gil(censurado)llas que se nos ha quedado a todos los españoles cuando oíamos en las noticias que ETA ponía fin al alto el fuego. Se les concedió la libertad de De Juana... Ah, no, perdón, prisión atenuada, que queda mejor. Se les legalizó ANV... No sé. Quizá el "talantoso" ZP pensó que dándoles caramelitos conseguiría su simpatía, como ocurre en Hansel y Grettel.

Ojalá ETA hubiera anunciado el fin de la tregua (¿alguna vez la hubo?) antes de las municipales. Juuu ju ju. Habría sido divino ver la estrepitosa caída del Presi con todo el equipo.

lunes, 4 de junio de 2007

American beauty

Photo by puagNATION

Supongo que podría estar bastante cabreado con lo que me pasó, pero cuesta seguir enfadado cuando hay tanta belleza en el mundo. A veces siento como si la contemplara toda a la vez y me abruma. Mi corazón se hincha como un globo que está a punto de estallar; pero recuerdo que creo que debo relajarme y no aferrarme demasiado a ello. Y entonces fluye a través de mi como la lluvia, y no siento otra cosa que gratitud por cada instante de mi estúpida e insignificante vida. No tienen ni idea de lo que les hablo, seguro. Pero no se preocupen. Algún día la tendrán.

El aviso

Durante mucho tiempo estuvieron recibiendo diferentes avisos por toda la ciudad hasta que fue demasiado tarde. Llegó el día en que sus mentes se apagaron, se agotaron.

Los defectos psíquicos y físicos fueron heredados por sus descendientes a gran velocidad. Y ya no se pudo hacer nada por ellos.



domingo, 3 de junio de 2007

Ángela

Yo era uno de esos críos que siempre caían en los recreos, los balones se estrellaban sobre mi cabeza, y me tiraban las tizas cuando debía salir a la pizarra, por patoso. Pero lo que más me indignaba no era la conocida crueldad de aquellos incontrolados niños, ni mi más absoluta certeza de que mis habilidades físicas estaban bastante por debajo de la media de aquellos energúmenos, no; mi angustia final residía precisamente en la hora crucial de mi vuelta a casa, cuando salíamos todos en tropel a la puerta del colegio y aquellas hordas de alborotos y rugidos se desvanecían en manos que apresaban a sus respectivas criaturas para llevarlos finalmente a sus casas. Nunca apareció nadie en mi búsqueda, y como bien quiera que las desgracias nunca vienen solas, por lo menos en mi caso fueron compartidas. Angela, la gordita troquelada y embutida en sus siempre inagotables vestidos azulones y rojos abrigos me buscaba con su mirada, ya que era la única niña que se encontraba en mi mismo caso. Su madre siempre creyó que el azul era a toda costa sinónimo de elegancia y buen porte, sin pensar que estaba apresurando a su hija a una congoja existencial debido a las periódicas burlas que le dedicaban diariamente aquellos malditos compañeros de clase.

¿Puedo acompañarte? me preguntó un viernes la disfrazada Angela cuando ya había empezado la marcha. No hace falta calibrar mucho para imaginarse lo que en a partir de ese día desembocó mi vida. La salida del colegio fue a partir de aquel dichoso momento un rosario de agonías y escondites, ir y venir de pasillos, escondrijos y demás recovecos de aquel instituto con tal de no aparecer de bruces ante aquella niña buscona cuya presencia me reconcomía los hígados.

¿Quién dijo en alguna ocasión que las incoherencias en la vida fueran presas de nuestras acciones? Don Eduardo, el padre de Angela, fue destinado apresuradamente a una nueva delegación de fábrica en Orihuela. Obviamente tuvieron que acarrear con aquel monstruito y mis días se convirtieron a partir de aquel momento en los más tediosos de mi existencia.

Neauphle-le-Château, París 1984.

"Años después de la guerra, después de las bodas, de los hijos, de los divorcios, de los libros, llegó con su mujer. Él la telefoneó. Soy yo. Ella le reconoció por la voz. Él dijo: sólo quería oír tu voz. Ella dijo: soy yo, buenos días. Estaba intimidado, tenía miedo, como antes. (...) Él sabía que había empezado a escribir libros. (...) Y después ya no supo qué decirle. Y después se lo dijo. Le dijo que era como antes, que todavía la amaba, que nunca podría dejar de amarla, que la amaría hasta la muerte."