martes, 24 de abril de 2007

Desgraciado aquel que vive sin móvil

En una conversación de estudiantes oí que una niña de clase todavía no se había comprado un móvil. Pero tampoco lo quería. Quien no lleva un móvil no es nadie, o eso es lo que nos quieren hacer creer. Te miran con cara de asombro, reticentes a creer que puedes vivir sin él. Se mofaban de la niña “cosarara” que estúpidamente no quería un móvil. Siento rabia por la compasión universal hacia una niña que decidió escoger por ella misma.

jueves, 19 de abril de 2007

Lobos esteparios

Ayer maldije mi poca espontaneidad. Hay personas que se consumen en maleficios por haber tenido una lengua demasiado larga. Y otros que nos crucificamos por no haber sido consecuentes con nuestras ideas. No consigo saber cuál es el momento oportuno para hablar. Creí que duele más el puñal clavado en la espalda del otro que en la tuya propia. Y la mía sangra a borbotones.
Hoy he decidido decir a todo que no. Aunque aúllen los lobos esteparios. La noche se vuelve más divina si se les oye desde la cama.

martes, 17 de abril de 2007

Me gusta mi terraza

Tengo una magnífica terraza donde puedo plantar lo que me dé la gana. Ahora es invierno y la tengo casi muerta. El invierno es una estación donde no se renueva la vida; lo que engendra hiberna, por eso no me gusta. He salido a la terraza y tengo una buganvilla triste, ahora no quiere enseñarme su plenitud; está rabiosa conmigo porque no la he regado lo suficiente, y quiere que la deje tranquila. No tiene hojas y es la más fea entre todas las feas. Sé que en primavera recobrará su cariño, y como cada año, me lo entregará todo. Por eso no me gusta el invierno y me gusta mi terraza.

El recibo

He vivido muchos años haciendo lo equivocado. Pensé que el bienestar era dejarse arrastrar por los acontecimientos. Era torpe de reflejos, y cualquier situación inesperada anegaba mi capacidad de reacción, me atropellaba pero yo me dejaba ser atropellada. Y creí que no era tan malo vivir en ese estado de agonía. Hace unas semanas vino el cobrador de existencias. Me entregó un recibo detallado de todos los conceptos que he pagado. Y encima ya me han pasado la factura por el Banco. Cerré la puerta en las narices del cobrador, y pinté el recibo de amarillo. Por lo menos, que me dejen reír de mis estupideces.