Bien es sabido que los eclesiásticos y devotos, a mediodía, entonan el "Angelus" (devoción de origen franciscana por cierto). Dejan toda actividad que estuvieran realizando en ese momento y rezan una oración en honor al misterio de la Encarnación.
Si uno se fija, este cuadro no está retratado a las doce de la mañana, puesto que la luz del sol entra por la izquierda. Hace más bien una alusión a un ocaso. Por otro lado tenemos la inclinación de ambos personajes. La del hombre sobre todo, parece más bien un movimiento de respeto, de pena, abatimiento. Mira al suelo fijamente, como si fuera a bendecir la cesta de fruta. La señora, figura principal, no está de rodillas. Sus manos, fuertemente entrelazadas al pecho, llevan a pensar que está más bien en el muro de las lamentaciones. Y por último, el cesto. ¿Qué pinta un cesto de fruta en el campo a las 6 de la tarde? ¿Quizá dan gracias por la comida? Podría ser, no? pero ya hemos dicho que este cuadro se titula "El Angelus". No cuadra. Al parecer, este lienzo fue un encargo de un burgués a Millet para ponerlo en su casa. Lo que vio retratado no le gustó un pelo, así que le mandó cambiarlo por otra cosa un poco menos macabra. Efectivamente, no fui la única que vio algo extraño en el cuadro. Por lo visto Dalí mandó hacerle una radiografía cuando, exiliado, vio este cuadro en París. Et voilà. El negativo reveló que debajo de la cesta de fruta yacía el cadáver de un niñito recién nacido, hijo del matrimonio, se sobrentiende, el cual iba a ser enterrado en el huerto familiar. Por eso tuvo que cambiar el nombre del cuadro, y por eso esa rara estampa. That´s all.